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lunes, 16 de noviembre de 2009

LA MUJER DE FUEGO Y EL HOMBRE DE BARRO





Cuenta la historia que en la base del Kilimanjaro, habita escondida, la mujer de fuego, ella es el alma del volcán, palpita con el y lo hace erupcionar cuando está furiosa, vomitando líquido incandescente.

Casi nadie logra verla, pero dicen algunos, que confiesan haberla visto, que en las noches de erupción, junto a las llamaradas de fuego, que explotan en el aire, se ve a trasluz, su pelo de diablo danzando en el medio, sus ojos rojos como la sangre y su cuerpo de hoguera se mueve como lenguas de fuego nunca quietas.

Suelen decir que estar a su lado derrite automáticamente a cualquier ser viviente y que su mirada hechiza y desata las acciones mas extremas.

En época de sequía, anda por los bosques y laderas, soltando chispas de sus ojos, para incendiar todo a su paso ... dicen que hace eso cuando esta aburrida.
En época de lluvias, cuando el mundo se hace gris, se esconde en el centro del volcán, y se repliega, atenuando su combustión permanente.

Cierto día, justamente después de las intensas lluvias de verano, comenzó a rondar los bosques que están abajo del volcán el hombre de barro, feliz de poder salir a la superficie sin secarse y paralizarse.
El hombre de barro siempre caminaba de día, a la mañana y al atardecer cuando los rayos del sol eran mas débiles y no podían hacerle daño, pero estaba tan feliz de recorrer ese lugar nuevo y atrapante que ese día extendió su recorrido hasta entrada la noche que lo atrapó mirando una luna llena, grande, redonda y hechizante.

Coincidió ese mes, que los días de luna llena, la mujer de fuego tambien le fascinaba mirar la luna llena, ese disco blanco y redondo que era tan contrapuesto a lo que ella era y la miraba de lejos, como recordándole que jamas podría hacerle nada, era casi un desafío ...

Esa noche la mujer de fuego, se hallaba sentada en un risco saliente del volcán, absorta en contemplar el cielo, sus ojos casi no se movían y su pelo caía en suaves llamas ondulantes, de un color naranja suave, su cuerpo reposaba relajado a una temperatura muy por debajo de lo que siempre estaba, asi permanecía cuando por debajo, a los pies del volcán, pasaba caminando inocentemente el hombre de barro, éste último, caminaba buscando un mejor ángulo de observación de la reina de la noche, y a raiz de eso levantaba la mirada a cada rato mientras caminaba.

Cuando levanta la vista por enésima vez buscando un claro, al mismo tiempo la mujer de fuego, baja la mirada notando un movimiento extraño, sus ojos se clavan mutuamente en una mirada eléctrica y violenta, en una décima de segundo, las llamas de pelo y cuerpo explotaron como dagas de fuego, triplicando al instante su volumen, se alzó en el aire y cayó de un salto a una distancia prudente del hombre de barro, que estaba absorto y plantificado en sus pies, tratando de hilvanar sus pensamientos, para descifrar que era esa criatura tan hermosa que tenía frente a sus ojos y que había salido asi, de la nada misma.

Ella estaba tan asombrada como el, pero como no estaba acostumbrada a ver ningún ser viviente tan cerca suyo, reaccionó con sorpresa y miedo, estuvieron asi hipnotizados cerca de diez segundos, que parecieron eternos, donde se mezcló, la sorpresa absoluta, curiosidad, miedo y una agresividad producto del no conocer ...

De inmediato ella,desapareció dejando tras de sí, un aroma a madera quemada y chispas brillando en el suelo ...
El hombre de barro, sintió como nunca en su vida, un calor ardiente que casi lo funde, y una atracción desesperante por aquella criatura tan bella, como salvaje ...
Durante días vagó en los alrededores de noche y de día buscándola, pero nada encontró, salvo un calor agobiante durante el día, que lo obligaba a cada rato a buscar sombra para no deshacerse, ella por su lado, se encerraba durante las horas del sol, buscando alejarse de aquel ser que se había atrevido a acercarse tanto a ella ... que quería?, porque estaba allí ? ...

Durante muchos días jugaron asi al gato y al ratón escondiénndose, espiándose, buscándose sin aceptarlo, la curiosidad llevaba a que se observaran con deleitada atención, la noche y la luna fueron siendo testigos del proceso que cada vez mas acortaba la distancia entre ellos.

Una noche el hombre de barro, no caminó mas, no buscó mas, se detuvo en un lago cercano al volcán y ahi se quedó sentado en su orilla, con la mirada perdida. No iba a buscarla mas, no quería presionarla, ni mucho menos molestarla, su obsesión por tenerla cerca lo había llevado a rozar su propio límite de resistencia, la imagen de aquellos ojos fuego mirándolo no se apartaban de su mente y su corazón latía desacompasado cuando pensaba en aquel día que la tuvo frente a sí, suspendida en el aire, convertida en una sola lengua de fuego viviente.

Allí se quedó durante tres días y tres noches, sin moverse, casi sin respirar, simplemente perteneciendo a la tierra misma de donde el provenía, recargó sus fuerzas y reordenó sus pensamientos y emociones.

La noche del tercer día cuando la luna comenzaba a ocultarse, el hombre de barro se hallaba absorto oyendo el sonido de la noche, cuando repentinamente sintió un calor tan fuerte como abrasador tras de sí, en ese mismo instante lo supo ... y la sintió ... comenzó a darse vuelta despacio, temiendo que fuera solo su imaginación y sus ganas, pero no, allí estaba frente a el, parada en la tierra a escasos metros de el, fue evidente que ella forzó sus llamas a bajar de temperatura, para no deshacerlo al instante, se miraron detenidamente, como buscándose uno en los ojos del otro, pero los de ella ardían mas que los de él, y eso no había forma de aplacarlo, la incendiaria figura comenzó a caminar hacia él, lenta y pausadamente, pero sin detenerse, el hombre de barro, por primera vez supo lo que era temblar, una vibración eléctrica sacudió su arcilloso cuerpo, pero asi todo disfrutaba de esa sensación que lo violentaba y estremecía.

Al tenerla frente a sí, el la miró una vez mas, sus ojos eran dos brasas y su cuerpo de hoguera, ardía suave y anaranjado, su pelo parecía tener vida propia y era tan largo como su cuerpo, ella clavó su mirada en él y al instante siguiente estaban uno en los brazos del otro, el aulló como nunca en su vida se había oído, un grito desgarrador salió de sus entrañas, y al mismo tiempo sintió el dolor mas dulce que jamás había conocido, ella se encendió involuntariamente, inclusive ocntra su voluntad, por primera vez no podía dominar sus llamas, pero sabía concientemente que lo estaba dañando, ambos cerraron los ojos con fuerza, ella para dominarse y el para soportarla, el se adhirió a ese cuerpo de flama fascinante y simplemente la contuvo, sintió que su cuerpo literalmente se iba derritiendo, pero sabía perfectamente que no iba a soltarla, ella se estremeció, sus llamas pasaron por los colores mas diversos, desde el rojo sangre, hasta el naranja encendido, la temperatura de ella aumentaba cuanto el mas fuerte la sujetaba.

La erupción era casi inminente, ella sabía perfectamente que en segundos iba a explotar y el moriría al instante si eso sucedía, en esos segundos supo en todo su cuerpo que no quería que eso pasara, quiso soltarse, pero él no lo permitió, cuando la desesperación comenzó por primera vez a apoderarse de ella, el la alejó unos centímetros de su cuerpo, para inmediatamente después, fundirse en su boca de brasa, el cuerpo de ella tuvo el espasmo mas grande y fuerte que había sentido, y en ese momento, ocurrió el milagro mas mágico que nadie hubiera podido presenciar, la mujer de fuego redujo violentamente todo su fuego, practicamente se apagó y hubiera caido al suelo de el no haberla sujetado, su cuerpo hirviente era una belleza casi transparente y sus ojos pasaron del rojo encendido al negro oscuro, su pelo era una masa negra que caía hasta el piso y él fascinado la besó con mas fuerza aún, la apretó contra si, su cuerpo se había fortalecido y había mutado en una materia capaz de soportar el fuego mas desvastador, ella murió y renació en su boca y en sus ojos, una y otra vez, y en ese momento el fuerte era él, no ella, se fundieron repetidamente, sus cuerpos mezclaron sus materias y se derritieron hasta la desesperación, sus manos se recorrieron conociendo por primera un cuerpo ajeno al suyo y se fascinaron tanto, que pasaron días completos en donde no percibieron nada mas que la presencia del otro.

Asi es la historia que se cuenta en las aldeas cercanas al Kilimanjaro, dicen que es la historia de amor mas hermosa que pasó por esos lugares inhóspitos, dicen que nunca mas se separaron, dicen que se aman con locura, y que en las noches de erupción cuando la lava corre por las laderas, no es solamente roja, sino que viene mezclada con barro, y que en el aire se percibe un extraño perfume almizclado, como cuando la tierra mojada se quema bajo el sol, con satisfacción y deleite.

sábado, 7 de noviembre de 2009

EL ENCUENTRO


Caminaba por la playa, llevaba una musculosa y una pollera larga, el pelo suelto sobre la espalda y los pies descalzos pisando el agua salada, en su mano colgando pesadamente un ramito de jazmines, hacía que tras ella quedara ese perfume tan dulce ...

Asi caminó largo rato, con la mirada perdida de a ratos en el suelo y de a ratos en el horizonte, a lo lejos, muy a lo lejos, otra figura se recortó a la distancia parada sobre la arena, ella reaccionando sorprendida, primero aminoró su marcha, después sonrió y acto seguido aceleró su marcha ...

Su rostro, estaba fijo mirando al frente, su mirada no se distraía y su cuerpo avanzaba decidido, impulsada por momentos por el viento y por momentos por el deseo, de llegarle rápido, su sonrisa, crecía en su cara y faltando poco para llegar trotó unos cuantos pasos para acortar ese momento, se tiró sobre él riendo y abrazándolo, no le importó quien mirara o no, ella se reía y no disimulaba su alegría y sorpresa, lo había esperado y ahí estaba frente a ella ...

Era su amigo, su compañero, su fiel compañía en la invisibilidad, su instructor en la locura, su colega en la búsqueda de lo hermoso en la vida ..., como no alegrarse de tenerlo frente a ella ...
No importaba que pasara después, ni el futuro, es mas cada uno seguiría con su vida, pero eso tampoco importaba, importaba ese momento ... y era especial.


Las miradas fueron fijas, los ojos brillaron de complicidad, las palabras fueron pocas y las risas muchas, los abrazos sobraron y el hablarse al oido fue el idioma que usaron, se cansaron de caminar, de hablar, de correrse, de empujarse, de tirarse en el agua, de probarse, de conocerse y de disfrutarse ...


El sol cayó en el horizonte, y las sombras se alejaban, dejando tras de sí, huellas mezcladas y jazmines abandonados en la arena.